En estos días donde las ofertas de hoteles, anuncios y cantidad de regalos originales nos abordan, no puedo evitar pesar en la isla perfecta para una escapada romántica como es la isla de Formentera.
La primera sensación de bienestar y paz te llegara con el oleaje de las corrientes de las pitiusas y la gélida brisa de sus aguas azules en el momento de desembarcar, y emprender rumbo hacia sus respetadas y amadas calas paradisíacas.
Nos adentramos entre sus dunas rumbo a la playa de Migjorn dónde podremos disfrutar de un especial refrigerio en una choza con sillas dentro de sus aguas cristalinas mediterráneas, acordándonos de tener cuidado para no molestar a sus ocupantes marinos.
Seguiremos para tomar un tentempié al Faro de la Mola , en el sur de la isla a escasos veinte minutos, en el cual una hamaca te estará esperando en el último chiringuito al borde de un gran acantilado, dónde su gran faro parece estar vigilándote.
Tras esta parada, nos dirigimos al antiguo pueblecito de pescadores, Es Caló, que se encuentra en el este de la isla con sus barcos todavía anclados, del cual no podrás irte sin probar un magnifico plato de pescado con sabor a décadas anteriores.
Al caer la tarde, el sol te va recordando que es hora de dirigirte al norte de la isla, a ver una de las puestas de sol más increíbles en la playa de Illetes, dónde una fina arena blanca se adentra en el mar como si tuviera ganas de tocar a su otra hermana pitiusa y en la que en los días de marea baja podrás caminar cómo Moisés entre las aguas hasta la pequeña isla de Espalmador.
Mientras el sol se va poniendo entre lujosos yates nos damos cuenta que llega el momento de darnos el último baño en esas aguas de un azul tan intenso que dan ganas de beberla y poner rumbo al puerto para coger de nuevo el barco, que nos llevara finalmente al punto de partida, antes de que conociéramos esta perla mediterránea.
1 comentario:
He ido ya varias veces y creo que tienen los mejores Hoteles en Peñiscola playa que he visto hasta el momento
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