lunes, 24 de enero de 2011

Turismo y arquitectura: la ampliación del Museo del Prado

Con esta ampliación el Museo del Prado, considerado una de las más importantes pinacotecas del mundo, se convierte además en un icono de la arquitectura global de este siglo, reclamo para miles de turistas interesados en estas dos importantes facetas del arte.
Los alumnos responsables de este blog nos estamos encargando de crear diferentes folletos de información turística de la ciudad y la Comunidad de Madrid que, una vez terminados, estarán a disposición de los clientes externos del Hotel y de la Oficina de Información del IES Hotel Escuela. Hemos tomado uno de los folletos, que versa sobre la arquitectura de la capital, como excusa para mostraros en este post una de los proyectos arquitectónicos más relevantes de la pasada década del siglo XXI: la ampliación del Museo Nacional del Prado.
La definición de dicho proyecto corrió a cargo del arquitecto Rafael Moneo Vallés (Tudela, 1937). La ampliación, una de las más importantes (si no la que más) que ha experimentado el Museo, fue contemplada por Moneo como un nuevo capítulo en la historia del mismo, caracterizado no por la ruptura con los anteriores capítulos, sino por su respeto. De hecho el proyecto puede ser contemplado como una recuperación de la esencia del prólogo de la historia del Museo, esto es, del proyecto arquitectónico original de Juan de Villanueva.
Este no había proyectado un edificio para albergar un Museo de Bellas Artes, sino uno para acoger dos instituciones diferentes (aunque estrechamente relacionadas): el Real Gabinete de Historia Natural y la Academia de Ciencias. Mientras que aquel debía ser incluido en la planta superior, a la que se accedía directamente por la puerta de la fachada norte, esta debía quedar acogida por la planta inferior, a la que se entraba de forma igualmente directa a través de la puerta de la fachada sur. Ocupando un espacio central y un lugar mediador entre las dos plantas se hallaba la denominada por Villanueva como basílica, un espacio absidado al que se accedía atravesando la puerta más monumental del edificio, la de la fachada oeste, y en el que podían ser celebradas reuniones o asambleas por parte de las dos instituciones. En su proyecto de ampliación Moneo ha concedido a este espacio basilical un gran protagonismo, convirtiéndolo en el espacio teóricamente central de la lógica arquitectónica del complejo de edificios que actualmente constituyen la sede principal del Museo del Prado.
La ampliación ha conllevado el uso de nuevos espacios urbanos y arquitectónicos por parte del Museo. El más significativo de todos ellos es el área ocupada por los vestigios del claustro de la iglesia de los Jerónimos, que ha sido restaurado e incluido en la planta superior de un nuevo edificio. Considerado una obra de arte en sí mismo y un símbolo de la dinastía de los Habsburgo españoles, dicho claustro sirve de marco para la exhibición de las esculturas que los Leoni hicieron de Carlos I y su esposa Isabel de Portugal y de Felipe II y su esposa María de Austria. El nuevo edificio Jerónimos forma una unidad con el antiguo de Villanueva, y no una simple yuxtaposición, al quedar comprendido en un eje transversal que se funde con la lógica longitudinal del último. La planta inferior de la basílica de Villanueva, que alberga la nueva sala de las Musas, constituye el punto de intersección entre los dos ejes y, por ende, el corazón del Museo.
Este planteamiento tiene como consecuencia la revalorización de la puerta de la fachada oeste, conocida como puerta de Velázquez. A través de ella se accede a la mencionada sala de las Musas, que se convierte en hall distribuidor del público. Desde ella arranca y en ella termina el nuevo itinerario de la visita de la colección permanente, que queda circunscrito al edificio Villanueva y que no podrá recorrerse en su totalidad hasta 2012. La creación del edificio Jerónimos ha permitido que los espacios del edificio Villanueva sean utilizados en su práctica totalidad para la exposición de la colección permanente, ya que ha conllevado la liberación de otros usos de un 25 por ciento del edificio. El nuevo edificio alberga  un auditorio que sustituye al que se encontraba en la actual sala de las Musas, así como cuatro nuevas salas de exposiciones temporales y los nuevos gabinetes de dibujo y de restauración de obras de arte. Además el espacio trapezoidal que une los edificios de Villanueva y Jerónimos bajo el nivel de la calle Ruiz de Alarcón acoge los servicios de tienda-librería y cafetería.
El proyecto de ampliación ha conseguido revalorizar la fachada este del edificio Villanueva, que ha perdido su antiguo carácter de fachada trasera. A ello ha contribuido que la nueva puerta de Jerónimos haya sido ubicada a su lado y que la plataforma-terraza ajardinada, que cubre el espacio trapezoidal que une los dos edificios, permite a los visitantes salvar el talud que antes la separaba de la calle de Ruiz de Alarcón. Las líneas paralelas dibujadas en el jardín por los setos de boj convergen en el ábside que constituye el centro teórico del Museo. Las escaleras que descienden desde la citada calle hasta el nivel de base del edificio Villanueva permiten a los peatones llegar a las taquillas y a las puertas desde el lado este y no solo desde el paseo del Prado.  

1 comentario:

Teuvo Vehkalahti dijo...

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